martes, 18 de enero de 2011

La metáfora de los desplazados


Desde un punto de vista sociológico, la serie Lost ofrece una expresiva metáfora de la sociedad contemporánea, marcada por las crecientes masas de desplazados, deportados y refugiados a lo largo y ancho del planeta. Este hecho sucede especialmente en el Tercer Mundo, pero no es menos cierto que al Primer Mundo llegan también inmigrante “ilegales” y otras personas que acaban malviviendo en las afueras, en auténticos e improvisados campos de chabolas, sin luz, ni agua potable, ni los más mínimos requisitos de salud.

Observemos que en Lost un conjunto de individuos se ven obligados a fundar el lazo social de la nada, después de la catástrofe. En la isla son unos desplazados, unos refugiados que tienen que abrirse camino en un mundo que no conocen y que solo poco a poco podrán explorar. E irán descubriendo que no están solos. Pero no serán precisamente bienvenidos. El Humo Negro les recibirá con hostilidad y lo mismo harán los Otros. Mientras, se verán obligados a improvisar una especie de campamento en el que se tendrán que organizar mínimamente. Es en este punto en el que simbólicamente se muestra esa lamentable condición que cada vez asola más el mundo. Familias enteras desgarradas de sus lugares de origen, trasladadas a inmundos estercoleros, como son cada vez más las grandes ciudades tercermundistas, que en ocasiones tienen más del 70 % de su superficie ocupada por chabolas infectas e insalubres. Los campesinos empobrecidos llegan a estas ciudades, que crecen como la espuma. En otros casos son las guerras, las persecuciones étnicas, las catástrofes medioambientales o los efectos del neoliberalismo salvaje los que llevan a la gente a malvivir durante años en esas condiciones. El ejemplo de Puerto Príncipe en Haití es bien elocuente, como también las concentraciones de gitanos rumanos en las afueras de Madrid o los campos de refugiados palestinos y saharauis. Porque de eso se trata, de que aumentan los campos de refugiados, que en lo que se convierte el pequeño poblado de Lost.

La globalización del fenómeno se pone en evidencia por el hecho de que entre los personajes de la serie hay personas de todo el mundo: americanos, africanos, asiáticos, europeos, oceánicos. Tan solo se cobijan en algunas lonas y chatarras que han encontrado entre el fuselaje del avión siniestrado, junto a un boque de palmeras junto a la playa. Allí aprenden a hacer hogueras, como las que salpican los campos de refugiados de medio mundo al caer la noche, allí se cocinan la comida en latas medio oxidadas y cazos envejecidos, allí les faltan las medicinas, que de repente se convierten en todo un tesoro con el que se va a especular como símbolo de poder y control. Y también es muy posible que aparezca la ley del más fuerte, y que los instintos más bajos comiencen a campar a sus anchas.

Olvidado del mundo exterior, el campo de refugiados comienza a tener vida propia, y en él florecen nuevas relaciones, nuevas situaciones, correlaciones de fuerza, mientras, como un tema de fondo, está la preocupación porque aquella provisionalidad acabe pronto, bien por el rescate, bien porque alguien con poder ponga orden y lleve la civilización a aquel solar donde la vida es precaria y peligrosa. Perdidos, refugiados, desplazados, sometidos a la marginalidad de una estancia liminar donde se corre el riesgo de quedar atrapado para siempre. Eso lo descubren pronto los personajes de Lost y se deciden a buscar un cambio. No obstante, no es fácil, y la persistencia de los campos de refugiados, que se eternizan en su indecente institucionalización, lo prueba. De hecho, estos campamentos se mantienen a lo largo de la serie, como un recordatorio del carácter teóricamente transitorio de su razón de ser. Sin más norte que la incertidumbre. Todo un reto para la creatividad humana y la sombras que la envuelven.


Gil-Manuel Hernàndez

martes, 11 de enero de 2011

Lost: El camino de la duda y la posible redención



Tras la adaptación al encuentro de los nuevos náufragos y de la recuperación de Sawyer, el proceso de transformación interna de los personajes sigue su curso, Kate reconociendo el drama de su vida, que su padre no es el verdadero, que su supuesto padrastro sí y es además reflejado en la actitud de perdedor de Sawyer.

Michael recupera esperanzas respecto a su hijo Walter por un medio muy actual, vía el PC., con lo que el viaje hacia la oscuridad, la duda, la culpa se va desarrollando a lo largo de varios episodios.

Por otro lado Mr. Eko, el hombre que en su juventud había enfrentado la vida, la muerte y le decían vacío de alma, se encara con el Humo Negro en una de las escenas más potentes de la serie, donde ambos se testean. En ese primer encuentro dos lados oscuros de diferente dimensión: uno sin forma y el otro deformado por el dolor de la injusta infancia, que doblega su natural bondad para salvaguardar la de su hermano y su vida, proceso que le lleva a la paradoja de “vestirse de Sacerdote” y asumir completamente el rol en la isla.

Por otro lado vemos de nuevo a Jack interfiriendo con los deseos de Michael, empeñado en que siga las reglas, sus reglas. Fenómeno muy común en la posesión del arquetipo del héroe, fenómeno que a veces se desarrolla como sombra colectiva en un país entero. Caso de Estados Unidos en cientos de campañas pacificadoras y salvadoras de los intereses ajenos…pero desde la perspectiva personal subjetiva. Esta sombra colectiva no solo la padece este país, nosotros la padecimos durante cuarenta años con el empeño de hacer un país diferente y similar en criterios, fe y necesidades a un costo de vidas, libertad y sufrimientos excesivos que aún colea.

Como señalaba la ex de Jack, él siempre necesita algo o a alguien que arreglar, que cuidar…cualquiera…menos el mismo. Es la situación general del héroe, si hay tantos a quien ayudar, para que él mismo, además eso señala que el héroe está bien, no tiene problemas, es el fuerte.

Eso de la vulnerabilidad, de la duda, de ceder, de reconocer al otro de aceptar…de ser derrotado, etc. no va con el héroe. Por eso en el final del capítulo la partida de caza en la temporada dos; tras la derrota con los otros buscando a Michael, Jack no se para a mirarse, a ver a Kate, sólo decide plantearse entrenar un ejército y busca a Ana Lucia.

Charlie comienza con alucinaciones, proceso que se repite en más gente y nos marcan lo diferente que puede ser esa isla realmente.

Otro dato interesante es la importancia circunstancial de Locke, es sus sucesivas apariciones como observador de hechos acaecidos a otros supervivientes; lo cual es señalado por el movimiento de la cámara subjetiva.

Es una especie de observador-juez, como Charlie le señala a Locke respecto a que la Isla los está testeando.

En ese nivel de la serie ya se perfilan diferentes fuerzas, agentes humanos interesados en controlar, dominar o utilizar la Isla. De hecho es muy real la afirmación del socio estafador de Sawyer: “los tigres no cambian sus rayas”. O tal vez si, esa es la magia y tal vez la maldición que aporta la Isla.

Por otro lado, ante la recepción de ondas musicales con la ayuda de Sayid, sin saber de dónde vienen, ya Hurley mete una cuña, con la broma de tal vez de…cualquier época”.

Cada vez los Otros se perfilan como la sombra colectiva, la sombra en su peor sentido, no solo como lo inconsciente, sino como aquello que nos puede agredir, abducir, secuestrar, matar, asustar.

Los otros llevan todo el peso de lo salvaje, de la maldad, lo cual hace a los supervivientes sentirse mejores entre ellos, aunque la trama va desvelando cada una de sus sombras y un cierto sentido sincrónico de por qué tal vez estén en esa isla.

Jose López