jueves, 13 de octubre de 2011

La droga del poder


Lost puede ser leída e interpretada de muchas maneras, pero una de ellas es, ciertamente, la que gira alrededor de la alegoría del poder. En la serie se despliega toda una trama alrededor del poder, de su conquista y conservación, de su uso y abuso, de su vertiente externa e interna. Por un lado emerge el poder externo, el poder propiamente político, que implica el gobierno del grupo. De este modo debemos entender los liderazgos personales o las pugnas por él, como le sucede al grupo de recién llegados, cuando Jack Shephard entre en liza con James Sawyer, o como sucederá dentro de los Otros, entre Benjamin Linus y Charles Widmore. Pero también está el poder interno, el que solo conoce la lucha continua con las propias sombras, con los complejos de la psique, una lucha que también es diálogo, porque aquí no puede haber ni vencedores ni vencidos. Ese trabajo con el poder interno lo representa paradigmáticamente John Locke y se va manifestando en las transformaciones que los supervivientes van experimentando en la isla.

Con todo hay que admitir que uno de los pilares básicos de la serie es el conflicto que surge alrededor del poder terrenal, el poder externo, el de la pura dominación sobre los individuos, el poder como droga social que podemos ver todos los días en nuestra esfera política, en los noticiarios, incluso en nuestros ámbitos más íntimos, como la vida asociativa, laboral o familiar. Tener el poder significa la realización, un cierto éxtasis que lleva a que cualquier cosa valga para conseguirlo. Obtener la satisfacción de que los demás hagan lo que uno desea que se haga. En Lost las figuras que representan esta obsesión son Benjamin Linus y Charles Widmore, cuyas luchas y maniobras se aceleran en la cuarta temporada de la serie.

Benjamin Linus ilustra a la perfección la figura de todo aquél obsesionado por llegar al poder, capaz de desarrollar un pensamiento estratégico a largo plazo, calculando costes y beneficios de las piezas que se verá obligado a mover para, en un camino sinuoso, llegar a sus últimos objetivos. Ante estos, cualquier cosa que sea percibida como un obstáculo deberá ser eliminada, incluso utilizando la violencia y las malas artes. Así lo hace Ben, capaz de esperar pacientemente su ocasión entre los Otros, capaz de manipular lo que haga falta, capaz de instigar una purga como la que grandes dictadores hicieron con sus pueblos, un hombre que engaña continuamente, que da falsas pistas, que siempre dispone de un plan B. Un arquetipo que se repite en nuestras sociedades, el del político dispuesto a dejar cadáveres detrás de sí para disfrutar del poder, el del tiburón de las finanzas para el cual todos los demás son medios para un fin, el del eclesiástico o el científico que trepa sin tregua, y sin ética alguna, por la institución - tanto da que se hable de la iglesia como de la universidad - para verse en la cátedra coronado de laureles, hinchado de vanidad e investido de poder.

El poder como la droga más poderosa, a la cual no es fácil renunciar, de la cual no es sencillo “dimitir”. La política que nos rodea nos lo demuestra día a día. Charles Widmore también lo deja muy claro en Lost. Su rasgo central es la falta de piedad. No le tiembla el pulso, sus objetivos son lo más importante. Como les sucede a los magnates célebres, a los empresarios más endiosados. Él mismo es un empresario (Construcciones Widmore, Industrias Widmore, Laboratorios Widmore) Sus armas son la astucia, la agresividad, la lealtad al superior, la implacabilidad de su actuación. Es el símbolo del capitalista sin escrúpulos dispuesto a lo que sea por ampliar la cuota de mercado, por obtener nuevos beneficios, por ubicarse en la cima del mundo. Su obsesión por recuperar el poder de la isla donde fue líder de los Otros hará que su encarnizada lucha con Ben aparte tanto a él como a este de la prioridad de mantener a la isla a salvo del mundo exterior. Un ejemplo más de cómo la adicción al poder puede tener como tributo olvidarse de aquello que hay que proteger. Y sucede que finalmente el poder devora a quienes pretenden retenerlo como su exclusiva propiedad privada. Desata los peores monstruos y enfrenta a sus pretendientes. Una historia común y eterna. La historia que está ahí afuera, rodeándonos para incitarnos, si somos valientes, a ser de otra manera.


Gil-Manuel Hernàndez i Martí

martes, 4 de octubre de 2011

Lost: You are one of us, Brother...




Esta frase le señala a Desmond que forma parte de una hermandad religiosa, pero luego veremos realmente a donde pertenece y qué papel desempeña este personaje.
En cierta medida, todos: miembros de la expedición, pasajeros supervivientes, espectadores de la serie, somos todos miembros de una hermandad, la hermandad que busca un tipo de luz, en el sentido de insight, entendimiento, en busca de sentido.
Búsqueda de sentido en la serie, en la Isla, como parábola del sentido de nuestras vidas y ese es el juego de la magic box que representa la Isla.
Simpático el guiño que hacen los guionistas al film El puente sobre el rio Kwai, cuando el grupo expedicionario montado por Desmond sale silbando la melodía del film. Sobre todo si  tenemos en cuenta la épica historia que se narra en ese film de la segunda guerra mundial.
Desmond, como muchos otros de nosotros en algún momento, o muy a menudo, nos hemos movido huyendo de algo, intentando evitar algo, pero como ocurre siempre eso de lo que huimos nos encuentra más pronto o más tarde, no hay escape.
En ese sentido la Isla es un cruce de caminos, destinos, donde es imposible escapar sin asumir una y otra vez la verdad interior, nuestra verdad interior. Sería como cuando se repite de nuevo por Jack la frase de: “si no sabemos vivir juntos, moriremos solos”. También, cuando las cosas en esta isla no están ocultas por mucho tiempo, dice Locke que “la orilla del mar” los desentierra.
Es una constante en la Isla que todo está conectado, como cuando el abad de la abadía tiene una foto con una mujer de edad que saldrá más adelante en la serie de forma relevante, lo que ya nos anuncia que Desmond está ligado a este universo extraño de forma total.
Además la Isla se muestra cruel de forma aleatoria, a los enfermos o lisiados los cura, a las embarazadas las mata, impide que la vida tome cuerpo en la Isla si se ha generado allí.
Otra terrible experiencia, a modo de metáfora freudiana: Locke tiene que cumplir los designios para poder ser libre en la isla, matando al padre, matando a su padre. La alegoría freudiana se convierte aquí en un terrible parricidio, aunque el sujeto se nos muestre merecer eso y más, por su deleznable conducta. Poco a poco se nos va abriendo posibilidades más increíbles y terroríficas sobre que es la isla.
Como le señala Richard a Locke, cada uno tiene que encontrar su propósito, su sentido de vida.
Y justo buscar el propio sentido de vida, es lo que nos hermana a todos: “you are one of us , brother Desmond”; ¿y tu lector-espectador de Lost, has encontrado el sentido de tu vida?
Por primera vez, el padre de John nos acerca la hipótesis de que la Isla sea el infierno, o algo semejante, nos apunta la posibilidad de que todos estén muertos, como algunos sospechamos desde la segunda temporada.
Además las bendiciones y condenas se reparten de forma específica en los supuestos líderes: John deja de tener su columna lisiada y camina; Ben Linus, le crece un tumor que casi le paraliza. Ambos líderes o supuestos líderes tienen frágil su eje, su centro de equilibrio, otra metáfora interesante.
¿Qué clase de sitio es este que reúne todas las deudas y propósitos que deben ser enmendados? ¿Qué clase de espacio terrible de impartir una especie de justicia-venganza?
Lo iremos descubriendo a lo largo de la serie.
José López

Lost: La Anomalía




La anomalía, ese es el nombre dado a la Isla por Benjamin Linus, una anomalía que funciona como una chistera de circo, la caja mágica (the magic box).
Esa anomalía, es algo que continuamente nos ocurre: cuantas veces queremos ir en un sentido y ocurre lo contrario; queremos evitar algo y todo lo que hacemos nos lleva allí.
Pensamos en alguien con cierta insistencia y nos llama por teléfono o nos lo cruzamos en la siguiente esquina. Esas coincidencias, esas situaciones que sí van cargadas de sentido y lo vemos, C.G.Jung lo llamaba sincronicidades, debido entre otras cosas a otro factor empírico descubierto por él y que afecta a la psique, el factor psicoide. Un elemento que señala que la psique no es inmaterial, aunque  es virtual, no está en el cerebro (como postula Eduard Punset[1] y los neurofisiologos que él señala) pero no es metafísica, es energía y si es energía es material, como el universo que es materia y energía y apenas sabemos nada de este universo.
Lo mismo ocurre con nuestra psique y el cerebro, cuanto más sabemos, somos más conscientes de que se abren más y más preguntas sin respuesta…por ahora.
Por eso la anomalía enfrenta de nuevo y de forma sorprendente a John Locke con su pasado, con su horror-amor-necesidad, señalando que no podemos escapar de nuestro destino, al menos de aquel destino que no queremos o podemos afrontar cara a cara o comprender.
Esa anomalía afecta de diferentes formas a cada uno de los habitantes de la isla y les pide un precio.
Locke es un heraldo del luchador nato, hombre imbuido de grandes ambivalencias: o tiene gran Fe o la pierde y no cree en nada, pero siempre se lanza ciegamente a cualquier proyecto que le diga algo, que le excite. ¿Te reconoces en ello lector, seguidor de Lost? Tal vez si, tal vez no. ¿Ya vas viendo las orillas a tu isla personal? Sigamos abriendo los ojos a la narración.
La anomalía está presente continuamente en nuestras vidas si paramos lo suficiente para sentirla.  Siempre hay ese elemento extraño que nos hace parecer que estamos soñando, que nuestra vida es un sueño, o no es real, o depende de alguien que no distingues.
Ese factor Numinoso es el que quieren acallar continuamente los científicos racionalistas que quieren todo en orden, todo con sentido, aunque este sea lineal y prosaico.
No están abiertos a lo improbable, a lo diferente; su isla no tiene sorpresas, o no debe tenerlas.
Entre esas anomalías empieza a destacar más el humo negro, con su carga ominosa.
Descubrimos que la verja electromagnética es lo único que le impide pasar. Que el humo negro está íntimamente ligado a la Isla.
En esa Isla como va descubriendo poco a poco Juliet, la doctora investigadora, se entra conmocionado, drogado, dormido, no es fácil el acceso a la misma, se necesita un submarino, buena analogía de ciertos procesos de la psique. Para entrar se precisa perder la conciencia, el control.  Incluso ser llevado por los supuestos iniciados que saben entrar y salir…aunque a ti no te dejen salir. 
Todos nosotros, durante seis temporadas, creíamos estar fuera de la Isla, pero una y otra vez queríamos volver a formar parte del viaje de los del vuelo Oceanic 815.
Jose López


[1] Punset es un relevante divulgador científico español.