martes, 2 de noviembre de 2010

LOST: La caída


Un avión que realiza el trayecto de Sidney a Los Ángeles, el 815 Oceanic, cae sobre una isla perdida en medio del océano Pacífico. De entrada ya resulta significativo el hecho del que arranca la serie Lost: un avión lleno de pasajeros realizando un trayecto larguísimo, metáfora del trayecto vital, que a mitad de su viaje (hacia la mitad de la vida) sufre un accidente, una caída, en medio del proceloso océano (símbolo del inconsciente profundo). Un océano que no parece tener nada de “Pacífico”, aunque sea el lugar en el que está situada la isla donde, finalmente, la mayoría de los viajeros encontrarán la “paz”… El avión cae sobre la isla, tan desconocida, desubicada y llena de misterios como la isla de Robinson Crusoe.

Sin embargo, para los sobrevivientes al accidente, que no son precisamente pocos, lo que se acaba de producir es la entrada en un periodo que el antropólogo Arnold van Gennep llamó “liminar”. Según la conocida teoría de este, que expuso en su obra Los ritos de paso (1), publicada en 1909 , a lo largo de su vida los individuos van pasando por diferentes estatus, cuyo acceso viene refrendado simbólicamente por rituales. Estos rituales también se convierten en colectivos y marcan, de alguna manera, las diferentes etapas por las que atraviesan las sociedades. Según Van Gennep, los rituales de paso presentan, desde el punto de vista formal, tres momentos claramente diferenciados. En el primero, el de separación, el individuo se separa de su situación anterior. En el segundo, el liminar, el individuo no se encuentra en ningún lugar, sino en un momento fronterizo de transición. En el tercero, el de la reagrupación, el individuo, ya transformado por el ritual, se incorpora a su nuevo estado.

Pues bien, los viajeros del 815 Oceanic entran en la fase de separación en el momento que suben al avión. A partir de ese crucial momento sus vidas, que al comienzo de la serie todavía desconocemos, quedan atrás para quedar suspendidas en el cielo, de donde caerán a una nueva dimensión, la isla, llamada “liminar” por estar justamente entre dos mundos, porque es un nuevo territorio ubicado en tierra de nadie, justo en el limes, en la frontera. En esa condición liminar, los individuos están ya claramente separados de sus vidas y lugares de origen, de sus trayectorias pasadas, y tienen la oportunidad de someterse a una transformación. Solo cuando esta esté completada se producirá la fase de reagrupación o “reagregación”, es decir, de vuelta a sus vidas, pero de una manera diferente, que poco tendrá que ver con sus experiencias previas a la caída.

De modo que bien podemos sugerir que toda la compleja trama argumental contenida en las seis temporadas de la serie Lost, no es más que el relato de la fase liminar de ese gran rito de paso vital al que se enfrentan los personajes, un rito del que saldrán finalmente alterados, transformados, reconvertidos, para acometer su existencia desde unos nuevos parámetros. Al fin y al cabo, si las peripecias de los viajeros se valoran desde el análisis junguiano, y contemplamos su proceso personal y colectivo como una oportunidad de crecimiento personal, hallamos que esa fase liminal es justo la fase del propio proceso alquímico de transformación, el espacio-tiempo singular donde acontecen los sucesos más esenciales. Por que no debemos olvidar que cuando los viajeros despegaron en Sidney (capital económica de las antiguas colonias penitenciarias británicas), ya estaban perdidos, es decir, ya estaban presos de sus propias vidas sin demasiado sentido ni significado. Significativamente intentaban volar a una ciudad llamada “Los Ángeles”, hacia una expresión metafóricamente localizada del cielo, que es donde moran los ángeles, pero antes, para salir de su condición de perdidos, de presos en vida, debían caer en los infiernos… Por ello la isla les estaba esperando, y si la sabían aprovechar podrían dejar de estar lamentablemente perdidos.


Gil-Manuel Hernàndez

(1)VAN GENNEP, A (1986): Los ritos de paso, Madrid, Taurus.

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